sábado, 30 de julio de 2022

En manos del CONCURSILLO

 

                Sí, de nuevo estamos en manos del concursillo y la suerte que nos depare en este curso, como si fuera la lotería de Navidad. ¿Es justa tal situación? ¿qué se puede o debe hacer?

 

    Como siempre, aquí se van a dar opiniones muy particulares sobre el tema teniendo en cuenta que el que las cuenta no ha participado de los beneficios de este procedimiento administrativo, más bien ha sufrido sus aspectos negativos. Es claro que va a haber posiciones muy contrarias a lo que aquí se diga, pero creo que este debate debiera ser tenido en cuenta en el proceso de evaluación del estado de las cosas, si es que en algún momento nuestras autoridades educativas se han planteado iniciarlo. Y, como sucede a menudo en nuestro sistema educativo, ahí radican la mayoría de los males al no llevarse apenas nunca un análisis crítico y riguroso de lo que se implementa, como ocurre con el tema del bilingüismo tratado anteriormente.


                Está claro que la idea original era fantástica porque ayudaba a la conciliación familiar a todos aquellos que estaban a la espera de un traslado y cuyo puesto de trabajo estaba muy alejado. De hecho, en esa idea original se hacía referencia a que esta situación sería algo temporal, un período de 6 cursos. Fueron modificaciones posteriores las que acabaron por distorsionar toda la idea original y que con la confluencia de una multitud de egoísmos personales terminaron en generar un monstruo tipo Frankenstein incontrolable. Así, algo que surgió como un “atajillo” y que no era nada serio, como denota el sufijo utilizado, se ha convertido en un lastre para los centros públicos, como veremos ahora.


                ¿A qué nos referimos con “multitud de egoísmos personales”? Al no haber regulación alguna, hay compañer@s que, aún teniendo ya su traslado concedido, siguen disfrutando del concursillo por muy diversas razones: aquellos que obtuvieron su plaza por bilingüismo y que no se incorporan a ella porque sus condiciones laborales son mejores en el centro de concursillo asignado, aquellos que por una diferencia inferior a 20 km prefieren no incorporarse a su plaza, aquellos que tienen cargo y no quieren dejarlo… o inclusive aquellos, ojo al dato, que quedándole un mes para la jubilación piden concursillo para jubilarse en determinado centro porque  le hacía ilusión. ¡¡Y esto último por muy extraño que parezca es totalmente cierto!!


                

Las consecuencias de toda esta situación es que el 70% de los centros cuenta con una plantilla inestable, con lo cual es harto difícil llevar a cabo cualquier tipo de plan o proyecto con unas mínimas garantías y determinados departamentos pueden verse literalmente destrozados a nivel organizativo cuando sólo uno de los cinco miembros es estable, como ha ocurrido varias veces en mi centro. El simple cambio de un libro de texto o unas mínimas pautas de funcionamiento son una montaña cada año porque sólo es algo que afecta a una minoría y obviamente redunda de una manera negativa en el compromiso que cada cual adquiere con lo que se le propone a sabiendas que al siguiente curso no va a estar en el centro. Tal es la situación que hay casos en el que los equipos directivos reúnen sólo a la plantilla estable para la toma de decisiones de relevancia. Ello también se nota en las sesiones de claustro en el que el debate queda muy reducido ya que a la mayoría son temas que no les afectan o no les van a afectar. Todo ello redunda en un empeoramiento de la situación en los centros públicos con respecto a los privados o concertados, cuyas plantillas gozan de una mayor estabilidad al ser prácticamente el 90% estables.


                Por supuesto, que nos vamos a encontrar casos con un compromiso total en compañer@s que participan en el concursillo y que además suelen repetir destino. En este caso la situación es positiva para ambas partes y no hay problema. Por ello, creo sinceramente que la Administración debe profundizar en la regulación de este procedimiento administrativo y poner coto a determinados abusos que se están cometiendo, e inclusive dar voz a Equipos Directivos o Departamentos sobre la conveniencia o no de mantener tal situación.


                Por último, la propia Administración cae en una contradicción porque, por un lado, se premia la permanencia en un centro (en el que probablemente no se ha estado ni un día) para favorecer la estabilidad de las plantillas y, por otro lado, esa estabilidad es de nuevo, como tantas cosas en esta sociedad, otro engaño más (otro ‘fake’). Además, habría que analizar los resultados  obtenidos por los alumnos en pruebas como la EBAU y su evolución en los últimos cursos con respecto a centros concertados o privados. Yo lo he comprobado y sí que he detectado ese cambio de tendencia.
   

     Vuestras aportaciones a través de los comentarios que se pueden hacer a esta entrada pueden arrojar más luz sobre el tema y pueden contribuir a una mejor regulación del concursillo. Es vuestro turno.



domingo, 3 de julio de 2022

La gran incógnita sobre el bilingüismo... ya resuelta?

      ACLARACIÓN: La presente entrada no pretende ser ningún estudio científico riguroso, simplemente la reflexión de un profesor de idiomas de secundaria con amplia experiencia sobre un asunto que parece ya olvidado, o más bien que nuestras autoridades educativas quieren que olvidemos por no haber conseguido los resultados deseados. Es una reflexión abierta, muy susceptible de mejoras y cambios que pueden venir dados por los posibles comentarios que hagan los lectores de ella o por el propio autor. 


      Hace años y con la evidencia de un nivel de idiomas deficiente de nuestros alumnos se les ocurrió la feliz idea a nuestras autoridades educativas de poner en marcha el programa de bilingüismo (posteriormente y puesto que la ignorancia es muy atrevida, también el programa de plurilingüismo) en nuestros centros de primaria y secundaria. En países mucho más avanzados en este campo, me refiero al dominio de lenguas extranjeras, tales como Holanda y Alemania, fueron mucho más humildes y sólo unos pocos centros para unos determinados alumnos se diseñó tal programa. Incluso, y debido a la demanda del mercado laboral, este bilingüismo se adoptaba en otras lenguas por ese interés económico. Así, tenemos que en la zona de Colonia (Alemania) y dadas las relaciones comerciales de muchas de sus empresas con España, un centro adoptó tal programa de bilingüismo teniendo el español como objetivo.

 




      Pues, bien, como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, no sólo no se llevó a cabo en este país un proceso de evaluación de cómo estaba funcionando, sino que dimos un paso hacia adelante, de nuevo en el aire, hacia el PLURILINGÜISMO.


      Hemos dado por concluido el curso 2021-2022, y  creo recordar que nuestras autoridades educativas vaticinaron, si no me fallan mis maltrechas neuronas, que el 100% de nuestros centros de primaria y secundaria estarían para el año 2020 estarían desarrollando, como mínimo, el programa de bilingüismo. Ya todo el mundo se ha olvidado o querido pasar página porque los resultados no son los que se esperaban y ya ni ilusiona tanto el bilingüismo porque, aparte las evidentes dificultades y realidad, surgió el "concursillo" que solucionaba de alguna manera el atajo para saltarse el Concurso de Traslados y no cumplir con la definitiva.



      
       Pero volviendo a las raíces del programa, se partían de unas premisas muy alejadas de la realidad:

      En primer lugar, se utilizó el vocablo "bilingüismo" para algo que ni de lejos lo era, esto es, para la RAE bilingüismo es "Uso habitual de dos lenguas en una misma región o por una misma persona". No nos tenemos que ir muy lejos porque en España tenemos comunidades donde el bilingüismo es una realidad, véase Cataluña, Galicia, Euskadi, Comunidad Valenciana... Ello ha llevado a los defensores del bilingüismo a por fin reconocer que "Es un error pensar que los niños hablarán el inglés como el español" (enlace a artículo en el periódico El País).

      En segundo lugar, a nuestro propio profesorado, incluido el de idiomas, se le presuponía que tenía que alcanzar un nivel de C1. Este nivel de competencia lingüística para que nos hagamos una idea no lo tiene la mayoría de la población nativa y se presupone que lo debe tener toda aquella persona que ha cursado estudios universitarios. Se hicieron cursillos de 400 horas, grupos de CAL aparte en las Escuelas Oficiales de Idiomas con exámenes especiales, se admitieron titulaciones de instituciones no reconocidas ni siquiera en todo el territorio nacional, etc Inclusive, se aceptó que el profesorado y los Centros se inscribieran en tal programa sin tener ni la titulación exigida ni unos mínimos conocimientos del idioma. Los mayores detractores del programa paradójicamente eran los profesores de inglés, puesto que tenían un mayor conocimiento de las aulas y de lo que ello suponía, por no mencionar el intrusismo que se producía en su asignatura y el perjuicio que podía causar sobre su propia enseñanza. A todo ello se le unía la animadversión que podía generar entre el alumnado hacia su asignatura.

      En tercer lugar, teníamos a las familias y al alumnado. De repente, entraron en una especie de euforia colectiva, especialmente los padres, al concebir la idea que en unos años sus hijos serían bilingües y que podrían liderar una sociedad desde los puestos más destacados de las empresas y comerse literalmente el mundo. Claro, se nos puso de ejemplo Finlandia. ¡Dos gotas de agua! Un país donde no se doblan las películas, donde las familias ya hablan varios idiomas extranjeros, donde están acostumbrados a viajar por Europa y desenvolverse en varios idiomas porque su lengua materna no la habla prácticamente nadie... Todo esto se comparaba con España, donde hace años tuve que presenciar con horror como en Televisión Española retransmitían unos Mundiales de Natación en China y estuvieron más de media hora diciendo que se desarrollaban en la importante ciudad de 'Beijing' hasta que hubo alguien que llamó y les avisó de que 'Beijing' era, en realidad, PEKÍN, ni más ni menos que la capital de toda China.

 



      No solamente nos fuimos dando cuenta que el bilingüismo era otra de las falacias que nos venden (en esta 'fake society'), sino que también fue en detrimento de otras asignaturas y aquí hablo como padre de 'hijo bilingüe'. De este modo, en una sesión de tutoría se nos comentó que el programa de 1º ESO de Historia no se había podido cumplir y no se habían dado los 2 últimos temas (Grecia y Roma), pero que no nos preocupásemos porque en 2º ESO se empezaría por ahí. Al final de la sesión me acerqué al tutor y para no dejarlo en evidencia le comenté: "Eso quiere decir que el temario de 2º ESO se quedará a medias, al 50%". O cuando se escogieron a los alumnos de los grupos no bilingües para realizar las pruebas de matemáticas que organiza Thales porque los de los grupos bilingües no habían dado gran parte del temario.


      En la misma línea, parecía que lo realmente primordial, era que un profesor de determinada asignatura tuviera conocimientos de esa lengua extranjera antes que de la materia propia que iba a impartir. Así, se produjeron hechos como que en la Comunidad de Madrid se contrataran biólogos o estudiantes de biología irlandeses para dar la asignatura sin realmente comprobar si eran los más idóneos o cuando se produjeron hechos tales como (y recojo el titular de prensa tal cual) Debacle en las oposiciones a profesor de Matemáticas: más de 720 plazas quedarán desiertas.

 

      Ya por último, haremos referencia a la última respuesta escapista de los firmes defensores del bilingüismo en la que argumentaban que era un refuerzo de los conocimientos en determinados campos semánticos (geografía, informática, ciencia...) en lengua inglesa. A esto yo podría unir el hecho, como ya he comentado anteriormente, de que el nivel de idiomas de nuestro profesorado no era comparable al de otros países centro-europeos, incluidos los profesores de lenguas extranjeras. Sí, la gran mayoría de nuestros profesores de idiomas no tienen la certificación de nivel C1 necesaria para impartir dentro de este programa.


      Pues, bien, ¿cuál debería haber sido el movimiento a hacer por nuestras autoridades educativas (cuyo nivel de idiomas, incluidos presidentes de gobierno, también está más que sobradamente acreditado que no es el idóneo ni comparable al de sus homólogos en Centro Europa)? 

      En primer lugar, directamente se les comunica a las editoriales de libros de texto en inglés que se reemplacen los contenidos tradicionales por el tratamiento de una serie de campos semánticos (aspecto que los profesores de inglés ya hemos ido haciendo para adaptarnos a los nuevos tiempos). Sería entonces el profesor de inglés el que debería actualizarse en dichos campos, pero el que controlaría la situación estimando que es lo verdaderamente nuclear de lo secundario. Por ejemplo, el que un alumno no sepa cómo se dice 'falda de montaña' en inglés ('slope') no es obstáculo para que el alumno sea un brillante alumno de ciencias o que pueda desenvolverse perfectamente en esa L2.

      En segundo lugar, y es algo que también se ha hecho, se debe exigir a nuestros universitarios, e inclusive a nuestros alumnos de bachillerato, que alcancen un nivel de B2, perfectamente factible para alumnos de 1º Bachillerato. Con ello, conseguimos que nuestra población de un cierto nivel de estudios tenga un dominio de usuario de la lengua inglesa apropiado. Para ello no tenemos que hacerle el camino a instituciones privadas de ningún tipo. Tenemos una red de Escuelas de Idiomas Oficiales (EOI) fantástica y que, en coordinación con el profesorado de Secundaria, puede establecer una serie de fechas para la realización de estas pruebas y que, a su vez podrían sustituir a las pruebas de idiomas en la Prueba de Selectividad ya obsoletas. La Administración, como empresa que es (aunque sea pública), asumo que debe querer obtener el mejor producto posible y que quiere optimizar sus recursos (Escuelas de Idiomas Oficiales).  Éste es un asunto ya tratado en mi tesis doctoral (enlace: My PhD in PDF) allá por el año 2003.

    Ante los detractores de las certificaciones obtenidas en las EE.OO.II., habría que recordarles que son titulaciones perfectamente válidas en el ámbito nacional (inclusive, y todo hay que decirlo de manera injusta, en ocasiones son sólo éstas las que se contabilizan), que el nivel de B2 no habilita a nada y que cualquier titulación de idiomas tiene una vigencia de 2 años (How long are any results and certificates valid for?). Personalmente, es a partir del C1 cuando yo recomendaría su acreditación tanto por la EOI como por Cambridge o TOEFL, especialmente estas últimas si se intenta acceder a una universidad en país anglo-parlante.     

  

    Podría seguir, pero creo que las evidencias ya reseñadas son más que suficientes para constatar el fracaso del programa de bilingüismo o plurilingüismo, circunstancia que ya ha salido a la luz como lo muestran los dos documentos aparecidos en prensa y en Televisión española respectivamente:

  • Colegios públicos que abandonan el bilingüismo: “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias” ( enlace al artículo )

  • La chapuza del bilingüismo (@ChapuzaLa) twitteó a las 10:59 PM on mié., jun. 16, 2021: Un colegio público desmonta el bilingüismo en directo en TVE.   BRUTAL. ( enlace 1& enlace 2

 



 

    No obstante, y como profesor de idiomas y persona de carácter optimista, aunque no lo parezca, y volviendo a aspectos que han sido esenciales en mi Tesis Doctoral como son la evaluación, la importancia de la motivación instrumental, en muchas ocasiones derivadas de los exámenes..., hay que reconocer una serie de avances en nuestra sociedad en cuanto al aprendizaje de idiomas:

  1. Nuestro profesorado está ahora mejor preparado en este apartado que hace 15 años y no sólo en inglés, sino también en otras lenguas extranjeras como el francés o el alemán.
  2. Gracias a la exigencia de tener el B1 (o inclusive superior) para la obtención de cualquier título universitario o para acceder a determinado puesto de trabajo, el nivel de idiomas entre las nuevas generaciones va aumentando. Eso sí, la Prueba de Selectividad, como ya denunciaba en mi Tesis Doctoral, sigue estando a años luz de un enfoque mínimamente comunicativo. Todo ello quedaría fácilmente solventado, como hemos mencionado, si esta tarea fuera llevada a cabo por las Escuelas de Idiomas Oficiales, en colaboración con el propio profesorado de Secundaria. Es más, el objetivo debiera ser el B2, nivel que un alumno bueno de 1º bachillerato puede fácilmente alcanzar.
  3. Ya sí que tenemos abonado el terreno para empresas mayores en el sentido de que la población ha asumido el aprendizaje de idiomas como una necesidad, ayudando en este sentido la proliferación de Escuelas de Idiomas Oficiales, pero también programas en televisión como el That's English, aunque he de reconocer que no se hace la suficiente propaganda al respecto. De hecho, ya sí que hay familias en las que se empiezan a ver películas o series en versión original, gracias también a la TDT que nos permite dicha opción.  

 

    De hecho, yo tengo bastantes alumnos que han acabado su enseñanza secundaria con el nivel de B2 en inglés (realizando las pruebas para alumnos libres) y el B1 en francés como alumnos oficiales, y que después han seguido hasta llegar al C1 en ambos idiomas e inclusive han comenzado con el alemán u otros idiomas. 

 

ALGO SÍ QUE ESTÁ CAMBIANDO, pero hay que ser realistas, no ilusos.


 

lunes, 5 de julio de 2021

Esta maldita sociedad de la inmediatez

 

Esta maldita cultura de la inmediatez

 


        El proceso de americanización de nuestra sociedad ya comenzó hace años y fue principalmente la televisión el instrumento utilizado para ello, pero ha sido paulatinamente cuando este proceso ha ido impregnando nuestros comportamientos y, especialmente en el ámbito educativo, ha sido la propia Administración paradójicamente la que ha sido su principal precursora. Estamos en la era de la impaciencia donde no educamos nuestros instintos ni nuestro cuerpo, y si deseamos/queremos algo, lo queremos ya. Eso, en mi opinión, es más propio de bebés o niños de temprana edad.


Nadie puede esperar, nadie tiene ni paciencia ni autocontrol. Después de meses de confinamiento y medidas para combatir la pandemia, hace semanas se nos dio algo más de libertad y ¿cómo respondió la sociedad? Con botellones descontrolados, con relajamiento total…. desembocando en la celebración de la noche de San Juan. Mientras la mayoría aceptó que la pandemia todavía está presente y que había que ir con cautela vimos como hubo poblaciones donde todo se desmadró.

 

Pero como el objeto de este blog no tiene pretensiones tan altas y simplemente pretende hacer reflexiones que se producen en el ámbito educativo, me voy a centrar precisamente en ello con una cuestión menor de actualidad y con otra algo mayor y que está desestabilizando nuestros centros de manera brutal.

 

Bueno, en realidad, una cuestión menor no es. Me estoy refiriendo al macrobrote que se ha producido tras una serie de viajes de estudios a Mallorca por parte de centros de diversos puntos de la península. Subscribo totalmente los aspectos fundamentales que se tratan en la desgarradora carta de una profesora indignada (he aquí 2 enlaces a diferentes artículos sobre el tema: La carta de una profesora indignada a los estudiantes del macrobrote: "Os vais a Mallorca en busca del coronavirus" y "A veces pienso que el ser humano está mejor confinado" ), que habla también como Jefa de Estudios y Coordinadora Covid, y que coinciden con lo que líneas más arriba comentaba sobre la celebración de la noche de San Juan.


Y pasamos ahora a la cuestión que más me preocupa por relacionarse con el ámbito educativo y que se deriva de esta sociedad de la inmediatez: el fenómeno del ‘concursillo’. Es indudable que el concursillo, en esencia, tiene unas muy sanas intenciones y pretende el bienestar del docente porque les permite trabajar en un centro que atenúa los efectos del distanciamiento geográfico del domicilio familiar. Ahora bien, la Administración, que es la que vela porque esta empresa pública funcione, no la ha regulado suficientemente y entra en contradicción con toda la serie de planes, proyectos, programas… que quiere que se desarrollen en los centros al haber elevado el nivel de inestabilidad del personal a cotas jamás conocidas. Así, vemos como hay centros en los que todos los cursos son el 70 o el 80 por ciento de los profesores que llegan nuevos. En mi caso particular, en un departamento de 6 miembros, y por diversas circunstancias, se puede decir que estoy solo coincidiendo con 3 compañeros de concursillos, más una profesora sustituta y otro compañero de apoyo COVID. Al menos, el curso pasado dos de ellos ya habían estado en el centro el curso anterior.

 

De este modo, cada comienzo de curso significa partir prácticamente de cero para la mayoría de los integrantes de la plantilla de un centro. Cada centro, cada departamento ha hecho la guerra por su cuenta y ha intentado dar respuesta a tal situación: unos asumiendo más responsabilidades y compromiso, otros han seguido el comportamiento de la avestruz desentendiéndose de los objetivos específicos del departamento o de los generales del centro, y otros simplemente sobreviven a la situación esperado el tan ansiado momento de la jubilación, aunque claro con el permiso de las autoridades pues parece que ahora los ‘baby-boomers’ vamos a ser el problema de que este país se vaya al traste.

 

La sociedad actual, por aquello de la inmediatez, y a pesar de incorporarse al mundo laboral más tarde, parece tener como prioridad tener una super-casa con un super-coche (que suelen ser dos porque ambos cónyuges trabajan) y en una super-ciudad. Bueno, muchos acaban viviendo en las ciudades dormitorio o urbanizaciones cercanas porque este tipo de vivienda es más asequible. Esta americanización de nuestras jóvenes generaciones hacen que se contrapongan enormemente a generaciones anteriores que se trasladaban a su primer destino, alquilaban un pisito y si el destino era medio aceptable, acababa comprando una vivienda de v.p.o. para quizás acabar comprando algo mejor rondando casi los cincuenta. Si el destino no era tan bueno, se seguía concursando y se trasladaba uno a una población con mayores posibilidades, para pasados los 40 tal vez alcanzar el ansiado deseo de entrar en el ansiado destino. La mayoría se quedaban por el camino y así tenemos familias que se asentaron en otras poblaciones sin problemas renunciando definitivamente a ese gran sueño porque la realidad era bien otra.

 

Otro motivo para participar en el ‘concursillo’ es la mejora en las condiciones laborales o bien por tener una comisión de servicio o bien, aquí viene la última, por huir de una circunstancia específica, como puede ser por ejemplo el bilingüismo. Sí, ahora que empieza a destaparse la verdad sobre todo este plan (sirvan de ejemplo este programa de la televisión española: La chapuza del bilingüismo y este artículo del periódico el país:    “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias” ). El bilingüismo, el precursor del concursillo porque de nuevo en este país de los atajos éste fue el penúltimo para no pisar los destinos asignados. Dejo para el futuro un análisis más detallado de este plan para no desviarme más del tema. En efecto, una vez alcanzado el ansiado destino, aunque fuera a costa de concursar a una plaza bilingüe, y con unos conocimientos de la lengua extranjera mejorables y dándonos cuenta de que no hay una repercusión positiva ni en la propia lengua extranjera ni en la materia propia, y habiendo sido arrinconados a los niveles de la ESO, son muchos los compañeros que empiezan a concursar a la plaza no bilingüe del propio centro o del centro de al lado. Por supuesto, si no se nos concede, que es lo más lógico, participamos en el concursillo escapando del infierno bilingüe. 

 

Para poner punto final a esta reflexión, aunque podría extenderme horas y horas, yo me pregunto: ¿puede permitirse el lujo una empresa (en este caso pública) de seguir provocando el deterioro de nuestro sistema educativo? ¿puede afrontar una empresa cualquier reto con una plantilla cansada, no estable y poco comprometida? ¿no son estos años y esfuerzos que se debieran emplear en completar la formación del docente y dedicar más tiempo a la preparación de sus clases y corrección de tareas? Son muchas las cuestiones, pero creo que son suficientes. Son ya ocho las leyes educativas y a lo mejor parte del fracaso se debe a esto, pero claro hay que recordar que la empresa la dirigen la clase política o técnicos que llevan alejados de la tiza décadas. La Administración quiere que los docentes nos formemos, estudiemos idiomas, nos digitalicemos… y que tengamos niños para pagar las pensiones de futuras generaciones. Es imposible con la configuración que las plantillas de los centros están tomando. Y una vez que hayamos creado nuestro Quasimodo, será imposible volver atrás. La calidad del producto (nuestros alumnos) seguirá siendo mala, el nivel de exigencia será mayor y los profesionales de la tiza acabarán hastiados. Siento ser tan pesimista, pero es que tiemblo al pensar cómo quedará mi Centro o mi Departamento el curso que viene. ¡¡¡Lo mismo tengo suerte y repiten algunos compañeros!!!

 

Os invito, pues, en los comentarios a expresar vuestras opiniones sobre el tema, a favor y en contra, porque así tendremos una visión más completa, siempre intentando ser constructivo y enriquecedor. ¡¡Muchas gracias a tod@s, feliz verano y mucha salud!! 

 

 

lunes, 31 de agosto de 2020

Acerca del autor del blog


 

    A pocos días de cumplir mi undécimo trienio (es decir, ya llevo 33 años como profesor de instituto), intento cumplir una idea que me ronda la cabeza desde hace años y es la de intentar dar difusión a mis opiniones e investigaciones, basadas en todos estos años dando clase, por si pueden ser de utilidad para alguien. Esa figura tan común en el sistema anglosajón del 'teacher-researcher' y que en nuestro sistema educativo es prácticamente inexistente. Y, como cada curso, empiezo con renovadas energías, tal vez por mis andurreos estivales por las alturas en mi Bubión querido. En esta ocasión todo ha desembocado en el nacimiento de este blog.

    En esta primera entrada, y sin tener ninguna pretensión narcisista, quiero poner en antecedentes al lector para que se haga realmente una idea de donde pueden provenir las opiniones expresadas sobre los diferentes temas o para contextualizar las investigaciones a las que haga referencia. Probablemente para la mayoría, aparte de las obvias discrepancias, puedan resultar provenientes de una mente obsoleta o fuera de sí, pero lo que sí que es cierto es que están manchadas de tiza y de que en unos días mi garganta volverá a ponerse a prueba.

    Dicho esto, y para no extenderme más, empezaré diciendo la enseñanza sí que ha sido desde siempre mi vocación. Mi padre fue también profesor, pero nunca me alentó a ello, más bien todo lo contrario porque sabía de lo que se trataba. Por consiguiente, puedo decir que soy un privilegiado porque, a pesar de los pesares, me encanta mi trabajo, como  cuando empecé a los 14 años. Efectivamente con 14 años, y de manera desinteresada, tuve mi primera alumna bastante mayor que yo y que, habiendo dado francés, quería aprender algo de inglés.

    En el siguiente verano sí que empecé a dar clases particulares un poco más en serio comprometiéndome con 3 chavales, que estudiaban 3º BUP y a los que le había quedado la asignatura suspensa, para darles clases durante el verano. Y a partir de ahí, hasta la fecha.

    Elegí la carrera que me gustaba y la universidad en la que la quería estudiar (algo que no es tan fácil de decir en la actualidad). Al estar mi padre destinado en Alemania por el INBAD, tuve contacto con los sistemas educativos alemán, francés e ingles, porque tanto los 2 últimos años de secundaria como los 2 primeros de la carrera los fui distribuyendo por esos países. Esta circunstancia me hizo conocer esos sistemas educativos y creo que tal experiencia me ha enriquecido enormente mi labor docente.

    En la carrera era de los pocos, sino el único, que la asignatura llamada por aquel entonces Didáctica del Inglés e impartida por mi gran maestro Dr J. Neil D. McLaren era mi favorita. No obstante, hay que admitir la enorme influencia que tuvo en todos los que dimos esa asignatura tanto en 4º como 5º de carrera (además de Usos y Variedades del Inglés) o cualquier otra asignatura que hubiera dado este profesor. Como muchas veces he comentado y he podido comprobar al encontrarme con otros discípulos suyos, la enseñanza del inglés fue la gran beneficiada por estas tierras gracias a todas esas corrientes 'maclarianas'. Y ésa fue la guinda al pastel. Me refiero a mi vocación por la docencia.

    Estando en 4º empecé a trabajar en mi Tesina o Memoria de Licenciatura teniendo como director al mencionado Dr Neil McLaren y, como buen británico, me propuso que, aunque mi intención era ser profesor de enseñanza secundaria, hiciera un estudio de cómo se encontraba la situación en primaria para que tuviera un mejor conocimiento del tipo de alumnado que me iba a encontrar posteriormente en el instituto. Así fue como en octubre de 1987 llevé a cabo la defensa de mi trabajo: "Un  estudio  de  la  situación del inglés en 11  colegios  de  la provincia  de Granada a partir de la experiencia de los profesores de  E.G.B.".

    Tras otro curso en la Universidad de Salford (Greater Manchester, Reino Unido) aprobé las oposiciones en julio del 1988 con 23 añitos. Mi idea era seguir investigando y hacer la Tesis Doctoral, pero era importante primero coger experiencia y durante años no hubo cursos de doctorado relacionados con el campo de la didáctica. Fue en el curso 1994-1995, cuando ya sí los pude realizar y, aunque fue bastante duro, pues mi plaza estaba en el IES Gaviota (Adra, Almería). Eso sí, como era un placer trabajar con mi gran profesor, lo hice todo a fuego lento (inclusive hice unos cursos de doctorado extra referidos al tratamiento de datos, que significaron mi tímida aproximación a la Estadística y que tanto me sirvieron para evitar meter la pata en mis investigaciones como en la propia actualidad). Fueron 10 años combinando experiencias en clases, entrevistas a otros compañeros, cuestionarios a alumnos, grabaciones... y, por supuesto, elaborando el producto final. De este modo, el 9 de septiembre del 2003 llevé a cabo la defensa de la Tesis Doctoral: "IMPACTO DE LA PRUEBA DE SELECTIVIDAD EN EL DESARROLLO Y EVALUACIÓN DE LAS DESTREZAS ORALES. ESTUDIO DE UN CASO Y PILOTAJE DE PRUEBAS ORALES".  

    Vuelvo a reiterar que esto no es un ejercicio de narcisismo, sino que con todo este preámbulo pretendo decir que cuando se quiere dar una opinión sobre algo o hacer una propuesta (y llevamos ya unas cuantas leyes educativas a nuestras espaldas), hay que fundamentarlas en un trabajo de campo que en este país no se hace y, por supuesto, en una evaluación seria a posteriori, que tampoco en este país se hace. Ya tendremos tiempo de analizar el fenómeno del BILINGÜISMO en nuestro sistema educativo, por ejemplo. Igualmente, es necesario reinvidicar la figura del TEACHER-RESEARCHER (docente-investigador) para nuestro sistema educativo porque todo cambio, reforma, propuesta... debe provenir del aula y no de un despacho con aire acondicionado.

    Obviamente, después vendrá el proceso evaluativo y sus repercusiones. Esto es algo muy serio y las fuentes de información debe ser variadas para llegar a conclusiones basadas en la triangulación de la información si realmente estamos pensando en la calidad del producto que queremos generar.

    Son muchas las cuestiones que he dejado abiertas y que iré tratando cuando mis clases me dejen tiempo o como simple válvula de escape a todo lo que me bulle por la cabeza cada vez que oigo campanas de una nueva ley educativa o cuando veo cómo vamos a afrontar un nuevo curso escolar en el que nadie ha realmente evaluado cómo fue el anterior a causa de la pandemia y la digitalización de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, y al que hemos esperado a finales de agosto para llegar a unos mínimos sobre protocolos a seguir, pero en el que se ha hablado bien poco de aspectos académicos. ¿Cómo vamos a evaluar? ¿Vamos a volver a enmascararlo todo con aprobados generales y subidas de notas para después hacer que las notas de corte queden tan altas que forcemos a nuestros alumnos a las universidades privadas o a cursar estudios que no eligieron?...

 


 

    No se ha analizado nada y, como vengo diciendo a todo el que me encuentro, el bicho y la cuestión sanitaria han sido muy graves, la crisis económica que está generando es aún peor, pero en lo que NADIE HA PENSADO Y ES LO MÁS CRÍTICO DE TODO es en las GENERACIONES PERDIDAS que se van a derivar de todo esto. Son muchos los alumnos y familias que simplemente se han visto desbordados por la situación o, inclusive, que han pensado que han tenido un golpe de suerte por haberse visto aprobados sin haber hecho nada o por no haber hecho las cosas de manera honesta. Como en la obra de Charles Dickens 'Hard Times', nos esperan tiempos difíciles y sólo aquellos con la suficiente madurez podrán sobrevivir. Es duro decirlo, pero ésa es la triste realidad.


    Como no quiero acabar de manera pesimista, porque un docente tiene, y especialmente a días del comienzo de un nuevo curso, que ser optimista por naturaleza, este blog pretende ser constructivo, es decir, que analizando en lo que hemos fallado y en lo que hemos acertado, podremos plantear una solución mejor. Alumnos, dirigentes, familias, profesores... deberán hacer esa reflexión y actuar en consecuencia para no tropezar en la misma piedra.

    Un saludo a todos y, como diría un compañero mío, ÁNIMO A TODOS (nos va a hacer falta)!!!


J. Alberto Romero García