sábado, 30 de julio de 2022

En manos del CONCURSILLO

 

                Sí, de nuevo estamos en manos del concursillo y la suerte que nos depare en este curso, como si fuera la lotería de Navidad. ¿Es justa tal situación? ¿qué se puede o debe hacer?

 

    Como siempre, aquí se van a dar opiniones muy particulares sobre el tema teniendo en cuenta que el que las cuenta no ha participado de los beneficios de este procedimiento administrativo, más bien ha sufrido sus aspectos negativos. Es claro que va a haber posiciones muy contrarias a lo que aquí se diga, pero creo que este debate debiera ser tenido en cuenta en el proceso de evaluación del estado de las cosas, si es que en algún momento nuestras autoridades educativas se han planteado iniciarlo. Y, como sucede a menudo en nuestro sistema educativo, ahí radican la mayoría de los males al no llevarse apenas nunca un análisis crítico y riguroso de lo que se implementa, como ocurre con el tema del bilingüismo tratado anteriormente.


                Está claro que la idea original era fantástica porque ayudaba a la conciliación familiar a todos aquellos que estaban a la espera de un traslado y cuyo puesto de trabajo estaba muy alejado. De hecho, en esa idea original se hacía referencia a que esta situación sería algo temporal, un período de 6 cursos. Fueron modificaciones posteriores las que acabaron por distorsionar toda la idea original y que con la confluencia de una multitud de egoísmos personales terminaron en generar un monstruo tipo Frankenstein incontrolable. Así, algo que surgió como un “atajillo” y que no era nada serio, como denota el sufijo utilizado, se ha convertido en un lastre para los centros públicos, como veremos ahora.


                ¿A qué nos referimos con “multitud de egoísmos personales”? Al no haber regulación alguna, hay compañer@s que, aún teniendo ya su traslado concedido, siguen disfrutando del concursillo por muy diversas razones: aquellos que obtuvieron su plaza por bilingüismo y que no se incorporan a ella porque sus condiciones laborales son mejores en el centro de concursillo asignado, aquellos que por una diferencia inferior a 20 km prefieren no incorporarse a su plaza, aquellos que tienen cargo y no quieren dejarlo… o inclusive aquellos, ojo al dato, que quedándole un mes para la jubilación piden concursillo para jubilarse en determinado centro porque  le hacía ilusión. ¡¡Y esto último por muy extraño que parezca es totalmente cierto!!


                

Las consecuencias de toda esta situación es que el 70% de los centros cuenta con una plantilla inestable, con lo cual es harto difícil llevar a cabo cualquier tipo de plan o proyecto con unas mínimas garantías y determinados departamentos pueden verse literalmente destrozados a nivel organizativo cuando sólo uno de los cinco miembros es estable, como ha ocurrido varias veces en mi centro. El simple cambio de un libro de texto o unas mínimas pautas de funcionamiento son una montaña cada año porque sólo es algo que afecta a una minoría y obviamente redunda de una manera negativa en el compromiso que cada cual adquiere con lo que se le propone a sabiendas que al siguiente curso no va a estar en el centro. Tal es la situación que hay casos en el que los equipos directivos reúnen sólo a la plantilla estable para la toma de decisiones de relevancia. Ello también se nota en las sesiones de claustro en el que el debate queda muy reducido ya que a la mayoría son temas que no les afectan o no les van a afectar. Todo ello redunda en un empeoramiento de la situación en los centros públicos con respecto a los privados o concertados, cuyas plantillas gozan de una mayor estabilidad al ser prácticamente el 90% estables.


                Por supuesto, que nos vamos a encontrar casos con un compromiso total en compañer@s que participan en el concursillo y que además suelen repetir destino. En este caso la situación es positiva para ambas partes y no hay problema. Por ello, creo sinceramente que la Administración debe profundizar en la regulación de este procedimiento administrativo y poner coto a determinados abusos que se están cometiendo, e inclusive dar voz a Equipos Directivos o Departamentos sobre la conveniencia o no de mantener tal situación.


                Por último, la propia Administración cae en una contradicción porque, por un lado, se premia la permanencia en un centro (en el que probablemente no se ha estado ni un día) para favorecer la estabilidad de las plantillas y, por otro lado, esa estabilidad es de nuevo, como tantas cosas en esta sociedad, otro engaño más (otro ‘fake’). Además, habría que analizar los resultados  obtenidos por los alumnos en pruebas como la EBAU y su evolución en los últimos cursos con respecto a centros concertados o privados. Yo lo he comprobado y sí que he detectado ese cambio de tendencia.
   

     Vuestras aportaciones a través de los comentarios que se pueden hacer a esta entrada pueden arrojar más luz sobre el tema y pueden contribuir a una mejor regulación del concursillo. Es vuestro turno.



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