martes, 31 de enero de 2023

¡¡Nuestro gran maestro, el maestro de maestros!!

 

Dr. James Neil Douglas McLaren (doctorado por la Universidad de Cambridge, Reino Unido, y que los avatares de la vida hizo que recalase en nuestra universidad, la Universidad de Granada) nos ha dejado hoy. ¡Mi maestro y el maestro de tantos (maclarianos si me permiten acuñar este término)!

 

Me acabo de enterar de la triste noticia de que ayer, martes, 17 de enero de 2023, nuestro querido maestro ya no está entre nosotros. El aprecio que sentía por él y la gran huella que dejó en mi y en mi manera de trabajar en el campo de la enseñanza me lleva a tener esta fecha como una de las más tristes de vida, pero en realidad, como pensaría Garcilaso de la Vega, él seguirá vivo entre todos los que lo recordamos, como ocurre con otros seres queridos.

No es fácil conocer a alguien que tan unánimemente haya sido tan admirado no sólo por su manera de transmitir conocimientos (cualesquiera que fueran: 2 años de didáctica, 1 año de usos y variedades, sus conferencias...), sino también por cómo predicaba con el ejemplo y como me hizo compreder la verdadera figura del docente como profesor-investigador, algo tan común en otros países, pero tan escaso en el nuestro y, sobre todo, tan poco incentivado. 

Le llegó la jubilación en el 2009 y este maestro de maestros, de generaciones enteras (que yo me he atrevido a denominar 'maclarianos' o  'movimiento maclariano') dejó huérfanas las aulas de su sabiduría. Era un profesor que enseñaba poniendo sus clases como ejemplo a seguir: ese hombre cargado con su maletón, esperando que la clase se silenciara, aflojándose la corbata o quitandósela cuando el calor apretaba, dejando su chaqueta en la silla y dándole un par de vueltas a las mangas de su camisa, repartiendo fotocopias, borrando la pizarra y escribiendo las claves, pautas... a seguir. Jamás he conocido el caso de cualquier otro profesor que de manera tan unánime recibiera ese reconocimiento de lo bueno que era en su trabajo y tampoco he oído que ni compañero ni alumno dijera una sola palabra negativa sobre él o la manera cómo enseñaba, estuviera o no de acuerdo. Eso, hemos de admitir, que en nuestro país es harto complicado de conseguir.


Aparte de mis años como alumno, también tuve el privilegio de que me dirigiera tanto mi tesina como mi tesis, y fue siempre un honor trabajar bajo su dirección porque siempre ha constituido la luz en este mundo (corazón) de tinieblas.Gran defensor de la figura del 'teacher-researcher' (profesor-investigador) y partiendo siempre de situaciones reales ('down to Earth'). Esta entrada, como la hecha en mi otro blog en inglés: Our great master , tengo la intención de que queden abiertas para seguir ahondando en mis reflexiones y esperando que otros maclarianos hagan sus contribuciones por medio de sus comentarios o publicaciones propias.


Durante días, semanas, y al no poder acompañado a familia y amigos en su último adiós, le he estado dando vueltas a cómo rendir homenaje a nuestro gran profesor, que puede que no sea tan famoso para el mundo en general, pero que ha servido de referencia y guía a tantas generaciones de profesores e investigadores. Esta entrada, como la hecha en mi otro blog en inglés: Our great master , tengo la intención de que queden abiertas para seguir ahondando en mis reflexiones y esperando que otros maclarianos hagan sus contribuciones por medio de sus comentarios o publicaciones propias.


He aquí algunos artículos y el twitter que publicó la Universidad de Granada:

La Universidad de Granada despide al profesor Neil McLaren (Granada Hoy)

La Universidad de Granada despide al profesor Neil McLaren (WebGranada.com)

Post on Twitter  

 

 ¡Larga vida a su idea de la docencia y a su manera de trabajar!     

 

Un maclariano. 

 

 

 

lunes, 1 de agosto de 2022

Desmontando el sistema educativo público


           






            No sé si es mi percepción o si me estoy equivocando, pero me da la impresión que se está intentando desmontar el sistema educativo público en España. ¿Por qué? No lo sé, aunque es obvio que es más fácil manejar a una masa sin espíritu crítico, pero que al mismo tiempo puede degenerar en situaciones que en el pasado significaron grandes problemas en Europa y que en el presente lo estamos volviendo a reproducir como el reciente caso de Donald Trump en Estados Unidos.

Ahondando en el tema de la devaluación de nuestro sistema público de enseñanza, hemos sido testigos de cómo en las últimas semanas han ido apareciendo una serie de artículos de prensa sobre la prueba de la EvAU (la Selectividad) implementada este curso y ya en los últimos días la propuesta sobre las reformas que se quieren llevar al respecto. Lo que sigue siendo un denominador común es el error de siempre en nuestro país y al que recurrentemente me refiero por ser el origen de la mayoría de los males y éste no es otro que la falta de una evaluación de lo que se ha hecho y se está haciendo, al tiempo que se hacen propuestas sin haber hecho un estudio previo de campo de cómo está la situación en nuestros centros de Secundaria. Eso sí, ya parece que se ha iniciado un debate al respecto de acuerdo a un artículo aparecido en el diario El País el último día de julio y al que nos referimos más adelante en un apartado especial. Lo que es de esperar es que todo este proceso sea asumido por las autoridades educativas.

Está claro desde hace tiempo que la prueba de la EvAU, o como se le quiera llamar, necesita de una revisión urgente porque afecta al conjunto de la ciudadanía, especialmente de aquellas comunidades donde el español es la lengua vehicular porque obviamente en aquellas donde no lo es los solicitantes tendrán el hándicap del idioma. Y ésta es, a mi juicio, la primera desigualdad porque mientras un catalán, un vasco o un gallego pueden solicitar plaza en otras comunidades, al contrario es más complicado. Todo ello teniendo en cuenta que la Universidad pública española funciona como distrito único, aunque las pruebas de acceso sean diferentes y de un nivel de exigencia también diferente. Así, por ejemplo, hay comunidades donde la prueba de inglés es similar al nivel B2 en tanto que en otras, y especialmente con la optatividad que trajo la pandemia del COVID, puede ser fácilmente superada por un alumno de 4º ESO.

           


De este modo, aparte de una unificación de pruebas, el siguiente aspecto a tener en cuenta es cual es el objetivo de la prueba. Como indica el vocablo más utilizado para referirse a ella, es decir, ‘selectividad’, en mi opinión la prueba debe servir para ordenar a los alumnos y ver para qué grado están más capacitados. Y éste puede ser uno de los fallos que yo he detectado en el borrador que se ha presentado sobre la nueva prueba, que pretende parecerse a las pruebas PISA o de diagnóstico o inclusive a la antigua ‘reválida’ (anterior a mis tiempos, dicho sea de paso). Si bien es cierto que aquí no se pretenden revalidar conocimientos, sino capacidades o competencias, lo cual ya es un avance con respecto a las primeras. Con el peso que se le quiere dar a la prueba de madurez y con las rúbricas que probablemente se establezcan para su evaluación, realmente creo que no vamos a poder afinar tanto como lo haría una prueba para seleccionar.

Volviendo al ámbito de los idiomas y para ejemplificar mejor mi reflexión, cuando uno se inscribe en una academia o institución para aprender un idioma le hacen pasar una prueba que determina el nivel que el alumno tiene y la clase que más le conviene, aunque posteriormente haya pequeñas variaciones. En este caso no serviría una prueba en la que se evalúa de manera poco precisa si el alumno lee o escucha y comprende, si el alumno se desenvuelve adecuadamente tanto en la producción escrita como la oral. Mucho me temo que la parte oral de todo el proceso se obvie en virtud de la viabilidad de la prueba, tanto a nivel de esfuerzo económico como de tiempo que habría que emplear. No obstante, una vez más y como he mencionado anteriormente y como recojo en mi tesis doctoral, lo primero que se ha de hacer es un estudio de campo, de cómo está realmente la situación en los centros de Secundaria antes de hacer ninguna propuesta. Ni que decir tiene que si lo que la Administración pretende es obtener un producto de primera calidad, no hay que irse tan lejos pues ya hay una red de Escuelas Oficiales de Idiomas que podían colaborar y al mismo tiempo certificar tal nivel competencial en lengua extranjera de nuestros alumnos, especialmente para aquellos cuyos grados tengan relación con esta área de conocimiento.

En esta primera aproximación al tema que nos incube y que no es otro que el de la posibilidad que se esté intentando desmontar el sistema educativo público, querría presentar una serie de artículos, entre muchos, con los que me he ido encontrando y que pueden dar fundamento a esta impresión que yo tengo:


Tras la lectura de estos artículos y el visionado del extracto que presentaba RTVE en el telediario cuando se llevó a cabo la Selectividad en la Comunidad de Madrid, empatizo totalmente con la alumna que se quejaba de que muy probablemente tuviera que irse a otra comunidad porque le iba a ser muy difícil estudiar en su propia comunidad por las notas tan elevadas de corte (casi imposibles en algunos casos) que se piden. O eso o quedarse en una universidad privada de las que proliferan por todo el territorio español, especialmente en Madrid.

En este punto me gustaría hacer un inciso que apoya mi punto de vista y referirme a los cursos de Máster. Según un querido ministro, y de cuyo nombre no quiero acordarme, los grados se iban a acortar y a abaratar. Claro, el populacho que se traga horas y horas de telebasura durante años escucha esto y se frota las manos, pero cuando una neuroncilla se pone a cavilar se da cuenta del engaño. Es cierto que una Licenciatura en Filología Inglesa duraba 5 años (incluido el curso del CAP, que habilitaba para la docencia y que se realizaba durante el último curso simultaneándolo con las asignaturas de 5º curso) y que todo ello se realizaba dentro del ámbito de lo público, mientras que un Grado en Estudios Ingleses dura 4 años, pero después hay que hacer el Máster que habilita para la docencia, que es otro curso más y que es obligatorio si se quiere acceder a este tipo de trabajo. En resumen, lo mismo, pero con la diferencia que ahora no se garantiza al alumnado que tenga que irse a otra comunidad o recurrir a la universidad concertada o privada. Inclusive el referido ministro llegó a proponer que los grados duraran 3 años y los másteres dos. Vale, pero hay que recordar que un Máster tiene un coste y si no se realiza en una universidad pública puede  suponer pagar entre 100 y 900 euros por este último o de 7000 euros en adelante en una universidad privada o concertada por el mismo máster. Con la reducción de oportunidades en la universidad pública, ello significa que muchos de nuestros alumnos se ven irremediablemente abocados a la concertada o privada.


           

Hace más de 40 años los alumnos de Secundaria, una vez aprobada la Selectividad, y salvo unas cuantas carreras, cogíamos nuestras maletas y nuestro flexos y nos íbamos para la capital de la provincia y, por supuesto, el CAP lo realizábamos en la misma localidad. Ahora es muy probable, y comento esto teniendo en cuenta a mis alumnos o a mis hijos y sus amigos, se produce una diáspora por la geografía española intentando cursar los estudios más idóneos a tus capacidades y gustos. No son pocos los casos que las familias no se lo pueden permitir y se truncan todas estas expectativas.

No obstante, el problema no acaba aquí, sino que se agrava cuando se termina el grado y se quiere hacer el Máster. Sin ir más lejos un Graduado en Estudios Ingleses de la Universidad de Granada, que teóricamente es el que está destinado a la docencia, tiene que competir con otros grados (en muchos casos de inferior nivel en los que no exige más allá del nivel de B1 en inglés), con alumnos procedentes de otras comunidades e inclusive con alumnos que proceden de otros países y a los que hay que hacerles hueco. Ello obliga a un alto porcentaje de alumnos del Grado de Estudios Ingleses a matricularse en universidades tales como la UCAM Murcia, universidades privadas, universidades online… con el consiguiente gasto extra y que no todas las familias, insisto, se pueden permitir. ¿No es esto una manera de desmontar nuestro sistema educativo público? ¿Un alumno que ha sido rechazado por su propia universidad y acogido por una privada o concertada podrá después ir en contra de ellas?

Tal vez me haya desviado del tema para afianzar mis argumentos, así que volvamos a todo lo que estamos haciendo mal para que la Enseñanza Pública a nivel de primaria y, sobre todo, de Secundaria esté perdiendo el paso con respecto a la concertada y la privada.

Hace unos años y por tercer curso consecutivo en nuestro centro de Enseñanza secundaria conseguimos que en el curso 2014-2015 una de nuestras alumnas fuera una de las 25 mejores notas en la prueba de Selectividad en la provincia de Granada (nota de prensa de Europapress), la mayoría de los galardonados procedían de centros públicos. Pues bien, 7 años después, ésta es la situación actual, en la que se ha revertido tal circunstancia:

¿Esto se debe, pues, a que se ha producido una mejora en el proceso de enseñanza-aprendizaje en estos centros? Sinceramente, creo que no, pero hay grandes diferencias con respecto al sector público:

  •         Sus plantillas son más estables al mantenerse ajenos al Concurso de Traslados y, por supuesto, al Concursillo.
  •          Sus proyectos educativos, aunque más tradicionales y menos aventureros e innovadores, están más consolidados.
  •          Y, finalmente, se mantienen al margen de los desvaríos administrativos del sector público.

Como muestra de estos desvaríos administrativos del sector público, sólo voy a mencionar los más recientes. En primer lugar, en el presente curso se le comunicó al alumnado de 2º Bachillerato que podría titular y, por consiguiente, realizar las pruebas de Selectividad, eso sí, en la convocatoria extraordinaria, con una asignatura suspensa. Esto, en realidad, ya se solía hacer si no había habido abandono de la asignatura. De hecho, no recuerdo ningún caso en mi centro que un alumno se quedara repitiendo con una asignatura. Este anuncio, no obstante, provocó que se dieran casos de alumnos que abandonaran una asignatura y que, pese a las advertencias del profesor tanto de manera informal como formal a través de Séneca, asumieran las consecuencias argumentando en todo caso que o bien no iban a realizar la EvAU o bien que se iban a presentar por otra asignatura (en caso del idioma, sería por francés u otro idioma). Llegada la evaluación ordinaria y ante tal situación, alumnos y familias aceptaban las consecuencias, pero era el propio entorno laboral el que presionaba para que el alumno pudiera titular y presentarse a la convocatoria ordinaria argumentando que no iba a estar mucho mejor unas semanas más tarde. Esta circunstancia, probablemente por un entorno familiar más favorable, estimo que no se ha dado en el sector concertado ni el privado.

En segundo lugar, en los niveles de la ESO este curso no ha habido convocatoria extraordinaria de septiembre, salvo para 1º Bachillerato, y ni familias ni alumnos han sido conscientes de ello hasta que ha llegado el final dándose el caso de alumnos que habrían pasado de curso por su capacidad si hubiera habido tal oportunidad o que han pasado por las facilidades que da el sistema y que, por tanto, no se ven obligados a hacer nada durante los dos meses de verano. En ambos casos los libros de texto han tenido que ser devueltos al centro y en ninguno de los casos creo que estén haciendo nada, circunstancia que no creo tenga reflejo en los centros concertados y privados, de nuevo por proceder de clases sociales más acomodadas e implicadas en la formación de sus hijos. Esto hará que el curso que comienza tengamos alumnos con un retraso curricular significativo y que, obviamente, va a afectar al grupo en el normal desarrollo de lo que hay programado para el curso correspondiente.

Es cierto que los centros privados y concertados tienen que asumir estas nuevas directrices, pero se argumentan medidas que palian tales efectos negativos ya que al fin y al cabo después tiene que rendir cuentas al cliente que paga. De hecho, en estos centros antes de Selectividad se prepara a los alumnos para tales pruebas inclusive con clases extra y éstos responden, en tanto que en los centros públicos, aunque también se intenta hacer, no hay nada que obligue a los alumnos a asistir a clase y los profesores nos encontramos en las aulas sólo aquellos alumnos que no superaron la asignatura y la intentan aprobar en la convocatoria extraordinaria.

Estudié en la pública, he intentado que mis hijos estudien en la pública (no siempre lo he conseguido), he tratado que mis alumnos recurran a instituciones públicas como las Escuelas Oficiales de Idiomas para que certifiquen su nivel de idiomas en ellas y lucharé siempre por la Enseñanza Pública, pero no he escuchado y, lo que es peor, no he visto ningún tipo de actuaciones por parte de nuestra clase política por defenderla. La inmensa mayoría de mis compañeros de colegio han triunfado en la vida de una u otra manera, con un porcentaje bastante alto que estudiamos en la universidad, y ya llevamos años en que promociones y promociones rondan una simple decena de alumnos que empiezan una carrera universitaria, que no siempre terminan.

 

El diseño de una nueva prueba de Selectividad no es una cuestión baladí 

Estando haciendo esta entrada vino a mis manos un artículo aparecido en el diario El País a propósito de la nueva Selectividad realmente interesante y que me gustaría leyesen los interesados y sobre el que voy a comentar algunos aspectos, aunque antes también sería bueno ver la reflexión que se hace en el diario ABC al respecto en este artículo: Editorial ABC: La Selectividad dejará de servir para seleccionar. Mis reflexiones no irán más allá de eso y estarán basadas en mi larga experiencia en la docencia y en los estudios que tuve que realizar para proponer una parte oral en el examen de inglés de Selectividad en mi Tesis Doctoral, cuyo enlace tienen los lectores en el margen derecho.

Para empezar, gran acierto de la autora del artículo al reconocer ya en el título la complejidad a la hora de diseñar el tipo de prueba que se plantea y la exigencia que va a suponer para los alumnos, aparte del reconocimiento de la ausencia de una parte oral, circunstancia que no se produce en otros países europeos. Aparte, yo anticiparía otras dos dificultades: definición del objetivo de la prueba (como bien decía el artículo del ABC, no servirá para seleccionar) que debe conjugarse con los requisitos que plantea la universidad y desconocimiento de la situación real de nuestros alumnos y sus capacidades.

Una prueba de tal calibre no es comparable a las pruebas PISA, que eran de diagnóstico, y que debieran hacerse con más frecuencia al final de la etapa primaria o al final de la ESO o inclusive de bachillerato para validar las capacidades del alumno. Además se cae en otro error: en Secundaria o no se ha evaluado por competencias o no se ha hecho de una manera rigurosa y esta falta de rigor y precisión no combina bien con el hecho de que un alumno pueda o no pueda hacer un grado por cuestión de décimas. Propuestas como trabajar por proyectos o la resolución de problemas en matemáticas han tenido baja repercusión en nuestros centros y cuando se han llevado a cabo nunca, como ya es habitual, se han evaluado sus resultados ni sus repercusiones negativas. Por consiguiente, de golpe y porrazo pretender cambiar el tipo de prueba está abocada al fracaso. Durante la preparación de mi Tesis Doctoral leí la experiencia en la implantación de nuevas metodologías y pruebas, donde se tuvo que recurrir a una investigación mucho más exhaustiva llevada a cabo por diversos equipos de docentes sobre el terreno y coordinada por equipos de profesores de universidad para todo su análisis y toma de decisiones. ¿Esto se va a hacer aquí? Mucho me temo que no.

Pongamos el caso del examen de la asignatura de inglés en Andalucía. Cada una de las 8 provincias consta de 2 ponentes, uno de secundaria y otro de universidad, que hacen una propuesta de examen por provincia y que a finales de enero se reúnen para analizar. En total, son 16 personas supervisando todo el proceso, un proceso que es simple y nada comparable con lo que se pretende aquí. Pues bien, no son pocos los casos en que se detectan gazapos o inconsistencias. Imaginemos ahora que para el diseño de esta prueba de madurez, que implica a 4 asignaturas, en lugar de 16 personas van a ser 64 las que se encarguen de tal labor. No quiero ni pensarlo.

Aparte de todo ello, habría que comprobar la validez de la prueba, esto es, ver si tiene validez del constructo (teóricamente la debe tener, aunque la Selectividad no la tiene con relación al enfoque comunicativo que debe tener la enseñanza de la lengua extranjera o L2), validez del contenido y que el alumno esté familiarizado con ella (tendríamos problemas porque habría que cambiar la forma de enseñar y contar con pruebas similares para que el alumno supiera a lo que atenerse), ser representativa del verdadero nivel competencial del alumno (y mucho me temo que son muchas partes, aparte de las orales, que no se tratarían). Esto sería el mínimo, pero no debemos olvidar de la fiabilidad de los resultados que se van a generar por la trascendencia que van a tener. He de decir, como ya dije más arriba en su momento, que en el caso de la L2 nosotros los profesores lo tendríamos fácil y este caso coincido con la autora del artículo en que nuestros alumnos debieran someterse a más pruebas externas, dado que contamos con las Escuelas Oficiales de Idiomas, en las que se trabaja en esa línea desde hace años y tienen, por tanto, una larga experiencia en tal campo. De hecho, mis alumnos en un porcentaje significativo con respecto a otros centros de la comarca tienen la costumbre de presentarse a las pruebas de certificación o bien aquí o bien las propuestas por Cambridge y tener resultados positivos. Sin embargo, estimo que éste no es el caso del resto de asignaturas y más si queremos conjugar 4 en la misma prueba.

Y hablamos de que vamos a diseñar una prueba de la que la autora reconoce que “No hay ejemplos de pruebas, porque la reforma de la EvAU es un proyecto embrionario”. Sinceramente yo a esto le llamo osadía, atrevimiento, irresponsabilidad… pero en el caso que nos atañe el problema es que utilizamos como ratoncillos de laboratorio a promociones y promociones de jóvenes. Recordemos lo que pasó y pasa con el BILINGÜISMO y el PLURILINGÜISMO, y lo que ha quedado, pero eso sí los cartelitos ya están puestos en los centros y la ciudadanía se ha tragado otro engaño (o ‘fake’).

Se dice que tal prueba de madurez va a durar 100 minutos, en la que son 4 asignaturas las que se van a evaluar y en lo que a mi asignatura concierne, el inglés, se dice textualmente: “por último 45 minutos para responder a tres cuestiones (una en lengua extranjera) en 150 palabras”. ¿Quiere decir que vamos a evaluar el nivel competencial de un alumno en inglés en 15 minutos en 50 palabras? Aunque me haya equivocado en mi lectura y sean 150 palabras en 15 minutos, no lo veo.

Aparte del diseño, que habrá que concretarlo mucho más, se habla de la corrección de tales pruebas, el profesor de pedagogía Sr Sarramona dice que se mirará si el alumno es competente concediéndole un “suficiente, 5” o si logra más objetivos, en cuyo caso sería “sobresaliente, 9”. Esta prueba, por tanto, no sería válida ni sus resultados fiables para clasificar a los alumnos y determinar a qué grado pueden optar, como hemos ido diciendo, porque es una prueba de madurez. Sigo insistiendo, en mi modesta opinión, partimos ya de un error de base.

No es sólo el hecho de acortar el número de exámenes de manera ficticia, sino también clama al cielo el quererlo comparar con otros países, donde el nivel de exigencia es mucho mayor. Así, esta prueba de madurez de poco más de hora y media se pretende homologar a los A-levels en el Reino Unido (donde se exige que para determinado grado tengas unos determinados A-levels y con una calificación específica) o el BAC en Francia (pruebas que se realizan a lo largo de una semana en el mismo centro con una parte oral y habiendo hecho previamente el “BAC blanc” a modo de entrenamiento. Y hablo con conocimiento de causa de estos 2 sistemas educativos, como podría hacerlo del alemán con su Abitur y que, aunque en reducidos casos, obliga al alumno que no lo supera a repetir los 2 últimos cursos de bachillerato.

Efectivamente, “se empezó a hablar hace tres décadas” de competencias, pero ¿adónde se ha llegado?  y en la etapa de primaria puede ser válida, pero hay que ser mucho más riguroso si esto se quiere implementar en una prueba de acceso a la universidad. Ya el mismo artículo reconoce que, en palabras del Sra Bahamonde, “lamenta que esta innovación de primaria se corte en secundaria”. ¿Por qué? Porque en Primaria no es prioritario el cumplimiento de unos objetivos o unas capacidades al no haber una prueba al final de la etapa, que es lo que se quiere hacer ahora en Secundaria y que estimo está fuera de lugar, sobre todo, en la segunda etapa de la ESO (3º y 4º ESO) o en el Bachillerato.

Sí es cierto que las pruebas externas, como las que se hacen en Cataluña, son positivas para la formación del alumno, pero como se reconoce en el artículo el alumno no se juega nada porque no son indispensables para la consecución del título. Y en Cataluña al menos tienen esa experiencia previa porque se producen al final de la Primaria y la Secundaria.

Y ya, por último, si enseñar por competencias o proyectos puede resultar complicado, evaluar por competencias exigiría efectivamente el uso de “rúbricas de aprendizaje”, una formación de los evaluadores y una inversión por parte del Estado, que dudo esté dispuesto a asumir. Una vez más, a nivel de idiomas, es bastante más fácil a realizar por todo el trabajo que ya se ha estado haciendo en las Escuelas Oficiales de Idiomas, pero habrá que afinar mucho por lo que la prueba implica.

Como punto de partida para debatir y para establecer una hoja de ruta de cara a la organización de grupos de trabajo a todos los niveles que se constituyan para el diseño de la prueba, lo veo excelente, pero mis dudas se acrecientan cuando echo la vista atrás y veo todos los proyectos educativos (bilingüismo, por ejemplo) y leyes educativas que ni se han evaluado ni de las cuales hemos sacado nada en claro porque seguimos dando palos de ciego. Se debiera establecer una fase de trabajo, otra de experimentación y otra de implementación, con los consiguientes controles de evaluación que generaran debate y las consiguientes modificaciones y mejoras.

Y volviendo al principio, con todas estas probaturas y palos de ciego, ¿qué le estamos haciendo a nuestro sistema educativo público? Yo, sinceramente y estoy en las aulas de un centro público de Secundaria, detecto una degradación y parece que paradójicamente los que están al mando de la empresa (pública) son los que lideran tales maniobras y no lo ven o no lo quieren ver. Algún día alguien echará la vista atrás y verá como hemos pasado de un fin de siglo donde todo parecía más claro a unos tiempos en los que realmente no sabemos adónde queremos ir: una formación profesional fuerte y seria adaptada a las exigencias del mercado laboral actual, alumnos bilingües o plurilingües, alumnos que sean competitivos, alumnos con una competencia digital alta… o alumnos altamente preparados que al final tienen que emigrar a otros países porque aquí o tienen ningún reconocimiento a todo su esfuerzo.  

Mi esperanza es que estos artículos y mis reflexiones, junto con todas las aportaciones y opiniones que los lectores puedan hacer al respecto, inicien ese proceso de investigación sobre la necesidad de renovación de nuestras pruebas de acceso a la universidad. Por favor, no sé si en algún momento alguno de mis comentarios pueden tener cierta connotación política. Nada más alejado de la realidad porque pienso que todo lo que se haga no puede salir de un despacho, sino más bien de la realidad de nuestras aulas.

Y al final (8 de febrero, 2023), sin haber pasado ni un año, todo al traste. Seguimos dando palos de ciego, pero no importa como es en el sector de la educación no afecta y como podemos utilizar millones de adolescentes como ratones de laboratorio, no importa, es gratis!!! 


La nueva selectividad permitirá acceder a la universidad sin examinarse de Historia de España o Historia de la Filosofía (Cadena Ser)

 

Así será la nueva Selectividad: cambios, novedades y cuándo entra en vigor (ABC) 12 

sábado, 30 de julio de 2022

En manos del CONCURSILLO

 

                Sí, de nuevo estamos en manos del concursillo y la suerte que nos depare en este curso, como si fuera la lotería de Navidad. ¿Es justa tal situación? ¿qué se puede o debe hacer?

 

    Como siempre, aquí se van a dar opiniones muy particulares sobre el tema teniendo en cuenta que el que las cuenta no ha participado de los beneficios de este procedimiento administrativo, más bien ha sufrido sus aspectos negativos. Es claro que va a haber posiciones muy contrarias a lo que aquí se diga, pero creo que este debate debiera ser tenido en cuenta en el proceso de evaluación del estado de las cosas, si es que en algún momento nuestras autoridades educativas se han planteado iniciarlo. Y, como sucede a menudo en nuestro sistema educativo, ahí radican la mayoría de los males al no llevarse apenas nunca un análisis crítico y riguroso de lo que se implementa, como ocurre con el tema del bilingüismo tratado anteriormente.


                Está claro que la idea original era fantástica porque ayudaba a la conciliación familiar a todos aquellos que estaban a la espera de un traslado y cuyo puesto de trabajo estaba muy alejado. De hecho, en esa idea original se hacía referencia a que esta situación sería algo temporal, un período de 6 cursos. Fueron modificaciones posteriores las que acabaron por distorsionar toda la idea original y que con la confluencia de una multitud de egoísmos personales terminaron en generar un monstruo tipo Frankenstein incontrolable. Así, algo que surgió como un “atajillo” y que no era nada serio, como denota el sufijo utilizado, se ha convertido en un lastre para los centros públicos, como veremos ahora.


                ¿A qué nos referimos con “multitud de egoísmos personales”? Al no haber regulación alguna, hay compañer@s que, aún teniendo ya su traslado concedido, siguen disfrutando del concursillo por muy diversas razones: aquellos que obtuvieron su plaza por bilingüismo y que no se incorporan a ella porque sus condiciones laborales son mejores en el centro de concursillo asignado, aquellos que por una diferencia inferior a 20 km prefieren no incorporarse a su plaza, aquellos que tienen cargo y no quieren dejarlo… o inclusive aquellos, ojo al dato, que quedándole un mes para la jubilación piden concursillo para jubilarse en determinado centro porque  le hacía ilusión. ¡¡Y esto último por muy extraño que parezca es totalmente cierto!!


                

Las consecuencias de toda esta situación es que el 70% de los centros cuenta con una plantilla inestable, con lo cual es harto difícil llevar a cabo cualquier tipo de plan o proyecto con unas mínimas garantías y determinados departamentos pueden verse literalmente destrozados a nivel organizativo cuando sólo uno de los cinco miembros es estable, como ha ocurrido varias veces en mi centro. El simple cambio de un libro de texto o unas mínimas pautas de funcionamiento son una montaña cada año porque sólo es algo que afecta a una minoría y obviamente redunda de una manera negativa en el compromiso que cada cual adquiere con lo que se le propone a sabiendas que al siguiente curso no va a estar en el centro. Tal es la situación que hay casos en el que los equipos directivos reúnen sólo a la plantilla estable para la toma de decisiones de relevancia. Ello también se nota en las sesiones de claustro en el que el debate queda muy reducido ya que a la mayoría son temas que no les afectan o no les van a afectar. Todo ello redunda en un empeoramiento de la situación en los centros públicos con respecto a los privados o concertados, cuyas plantillas gozan de una mayor estabilidad al ser prácticamente el 90% estables.


                Por supuesto, que nos vamos a encontrar casos con un compromiso total en compañer@s que participan en el concursillo y que además suelen repetir destino. En este caso la situación es positiva para ambas partes y no hay problema. Por ello, creo sinceramente que la Administración debe profundizar en la regulación de este procedimiento administrativo y poner coto a determinados abusos que se están cometiendo, e inclusive dar voz a Equipos Directivos o Departamentos sobre la conveniencia o no de mantener tal situación.


                Por último, la propia Administración cae en una contradicción porque, por un lado, se premia la permanencia en un centro (en el que probablemente no se ha estado ni un día) para favorecer la estabilidad de las plantillas y, por otro lado, esa estabilidad es de nuevo, como tantas cosas en esta sociedad, otro engaño más (otro ‘fake’). Además, habría que analizar los resultados  obtenidos por los alumnos en pruebas como la EBAU y su evolución en los últimos cursos con respecto a centros concertados o privados. Yo lo he comprobado y sí que he detectado ese cambio de tendencia.
   

     Vuestras aportaciones a través de los comentarios que se pueden hacer a esta entrada pueden arrojar más luz sobre el tema y pueden contribuir a una mejor regulación del concursillo. Es vuestro turno.



domingo, 3 de julio de 2022

La gran incógnita sobre el bilingüismo... ya resuelta?

      ACLARACIÓN: La presente entrada no pretende ser ningún estudio científico riguroso, simplemente la reflexión de un profesor de idiomas de secundaria con amplia experiencia sobre un asunto que parece ya olvidado, o más bien que nuestras autoridades educativas quieren que olvidemos por no haber conseguido los resultados deseados. Es una reflexión abierta, muy susceptible de mejoras y cambios que pueden venir dados por los posibles comentarios que hagan los lectores de ella o por el propio autor. 


      Hace años y con la evidencia de un nivel de idiomas deficiente de nuestros alumnos se les ocurrió la feliz idea a nuestras autoridades educativas de poner en marcha el programa de bilingüismo (posteriormente y puesto que la ignorancia es muy atrevida, también el programa de plurilingüismo) en nuestros centros de primaria y secundaria. En países mucho más avanzados en este campo, me refiero al dominio de lenguas extranjeras, tales como Holanda y Alemania, fueron mucho más humildes y sólo unos pocos centros para unos determinados alumnos se diseñó tal programa. Incluso, y debido a la demanda del mercado laboral, este bilingüismo se adoptaba en otras lenguas por ese interés económico. Así, tenemos que en la zona de Colonia (Alemania) y dadas las relaciones comerciales de muchas de sus empresas con España, un centro adoptó tal programa de bilingüismo teniendo el español como objetivo.

 




      Pues, bien, como ya hemos comentado en ocasiones anteriores, no sólo no se llevó a cabo en este país un proceso de evaluación de cómo estaba funcionando, sino que dimos un paso hacia adelante, de nuevo en el aire, hacia el PLURILINGÜISMO.


      Hemos dado por concluido el curso 2021-2022, y  creo recordar que nuestras autoridades educativas vaticinaron, si no me fallan mis maltrechas neuronas, que el 100% de nuestros centros de primaria y secundaria estarían para el año 2020 estarían desarrollando, como mínimo, el programa de bilingüismo. Ya todo el mundo se ha olvidado o querido pasar página porque los resultados no son los que se esperaban y ya ni ilusiona tanto el bilingüismo porque, aparte las evidentes dificultades y realidad, surgió el "concursillo" que solucionaba de alguna manera el atajo para saltarse el Concurso de Traslados y no cumplir con la definitiva.



      
       Pero volviendo a las raíces del programa, se partían de unas premisas muy alejadas de la realidad:

      En primer lugar, se utilizó el vocablo "bilingüismo" para algo que ni de lejos lo era, esto es, para la RAE bilingüismo es "Uso habitual de dos lenguas en una misma región o por una misma persona". No nos tenemos que ir muy lejos porque en España tenemos comunidades donde el bilingüismo es una realidad, véase Cataluña, Galicia, Euskadi, Comunidad Valenciana... Ello ha llevado a los defensores del bilingüismo a por fin reconocer que "Es un error pensar que los niños hablarán el inglés como el español" (enlace a artículo en el periódico El País).

      En segundo lugar, a nuestro propio profesorado, incluido el de idiomas, se le presuponía que tenía que alcanzar un nivel de C1. Este nivel de competencia lingüística para que nos hagamos una idea no lo tiene la mayoría de la población nativa y se presupone que lo debe tener toda aquella persona que ha cursado estudios universitarios. Se hicieron cursillos de 400 horas, grupos de CAL aparte en las Escuelas Oficiales de Idiomas con exámenes especiales, se admitieron titulaciones de instituciones no reconocidas ni siquiera en todo el territorio nacional, etc Inclusive, se aceptó que el profesorado y los Centros se inscribieran en tal programa sin tener ni la titulación exigida ni unos mínimos conocimientos del idioma. Los mayores detractores del programa paradójicamente eran los profesores de inglés, puesto que tenían un mayor conocimiento de las aulas y de lo que ello suponía, por no mencionar el intrusismo que se producía en su asignatura y el perjuicio que podía causar sobre su propia enseñanza. A todo ello se le unía la animadversión que podía generar entre el alumnado hacia su asignatura.

      En tercer lugar, teníamos a las familias y al alumnado. De repente, entraron en una especie de euforia colectiva, especialmente los padres, al concebir la idea que en unos años sus hijos serían bilingües y que podrían liderar una sociedad desde los puestos más destacados de las empresas y comerse literalmente el mundo. Claro, se nos puso de ejemplo Finlandia. ¡Dos gotas de agua! Un país donde no se doblan las películas, donde las familias ya hablan varios idiomas extranjeros, donde están acostumbrados a viajar por Europa y desenvolverse en varios idiomas porque su lengua materna no la habla prácticamente nadie... Todo esto se comparaba con España, donde hace años tuve que presenciar con horror como en Televisión Española retransmitían unos Mundiales de Natación en China y estuvieron más de media hora diciendo que se desarrollaban en la importante ciudad de 'Beijing' hasta que hubo alguien que llamó y les avisó de que 'Beijing' era, en realidad, PEKÍN, ni más ni menos que la capital de toda China.

 



      No solamente nos fuimos dando cuenta que el bilingüismo era otra de las falacias que nos venden (en esta 'fake society'), sino que también fue en detrimento de otras asignaturas y aquí hablo como padre de 'hijo bilingüe'. De este modo, en una sesión de tutoría se nos comentó que el programa de 1º ESO de Historia no se había podido cumplir y no se habían dado los 2 últimos temas (Grecia y Roma), pero que no nos preocupásemos porque en 2º ESO se empezaría por ahí. Al final de la sesión me acerqué al tutor y para no dejarlo en evidencia le comenté: "Eso quiere decir que el temario de 2º ESO se quedará a medias, al 50%". O cuando se escogieron a los alumnos de los grupos no bilingües para realizar las pruebas de matemáticas que organiza Thales porque los de los grupos bilingües no habían dado gran parte del temario.


      En la misma línea, parecía que lo realmente primordial, era que un profesor de determinada asignatura tuviera conocimientos de esa lengua extranjera antes que de la materia propia que iba a impartir. Así, se produjeron hechos como que en la Comunidad de Madrid se contrataran biólogos o estudiantes de biología irlandeses para dar la asignatura sin realmente comprobar si eran los más idóneos o cuando se produjeron hechos tales como (y recojo el titular de prensa tal cual) Debacle en las oposiciones a profesor de Matemáticas: más de 720 plazas quedarán desiertas.

 

      Ya por último, haremos referencia a la última respuesta escapista de los firmes defensores del bilingüismo en la que argumentaban que era un refuerzo de los conocimientos en determinados campos semánticos (geografía, informática, ciencia...) en lengua inglesa. A esto yo podría unir el hecho, como ya he comentado anteriormente, de que el nivel de idiomas de nuestro profesorado no era comparable al de otros países centro-europeos, incluidos los profesores de lenguas extranjeras. Sí, la gran mayoría de nuestros profesores de idiomas no tienen la certificación de nivel C1 necesaria para impartir dentro de este programa.


      Pues, bien, ¿cuál debería haber sido el movimiento a hacer por nuestras autoridades educativas (cuyo nivel de idiomas, incluidos presidentes de gobierno, también está más que sobradamente acreditado que no es el idóneo ni comparable al de sus homólogos en Centro Europa)? 

      En primer lugar, directamente se les comunica a las editoriales de libros de texto en inglés que se reemplacen los contenidos tradicionales por el tratamiento de una serie de campos semánticos (aspecto que los profesores de inglés ya hemos ido haciendo para adaptarnos a los nuevos tiempos). Sería entonces el profesor de inglés el que debería actualizarse en dichos campos, pero el que controlaría la situación estimando que es lo verdaderamente nuclear de lo secundario. Por ejemplo, el que un alumno no sepa cómo se dice 'falda de montaña' en inglés ('slope') no es obstáculo para que el alumno sea un brillante alumno de ciencias o que pueda desenvolverse perfectamente en esa L2.

      En segundo lugar, y es algo que también se ha hecho, se debe exigir a nuestros universitarios, e inclusive a nuestros alumnos de bachillerato, que alcancen un nivel de B2, perfectamente factible para alumnos de 1º Bachillerato. Con ello, conseguimos que nuestra población de un cierto nivel de estudios tenga un dominio de usuario de la lengua inglesa apropiado. Para ello no tenemos que hacerle el camino a instituciones privadas de ningún tipo. Tenemos una red de Escuelas de Idiomas Oficiales (EOI) fantástica y que, en coordinación con el profesorado de Secundaria, puede establecer una serie de fechas para la realización de estas pruebas y que, a su vez podrían sustituir a las pruebas de idiomas en la Prueba de Selectividad ya obsoletas. La Administración, como empresa que es (aunque sea pública), asumo que debe querer obtener el mejor producto posible y que quiere optimizar sus recursos (Escuelas de Idiomas Oficiales).  Éste es un asunto ya tratado en mi tesis doctoral (enlace: My PhD in PDF) allá por el año 2003.

    Ante los detractores de las certificaciones obtenidas en las EE.OO.II., habría que recordarles que son titulaciones perfectamente válidas en el ámbito nacional (inclusive, y todo hay que decirlo de manera injusta, en ocasiones son sólo éstas las que se contabilizan), que el nivel de B2 no habilita a nada y que cualquier titulación de idiomas tiene una vigencia de 2 años (How long are any results and certificates valid for?). Personalmente, es a partir del C1 cuando yo recomendaría su acreditación tanto por la EOI como por Cambridge o TOEFL, especialmente estas últimas si se intenta acceder a una universidad en país anglo-parlante.     

  

    Podría seguir, pero creo que las evidencias ya reseñadas son más que suficientes para constatar el fracaso del programa de bilingüismo o plurilingüismo, circunstancia que ya ha salido a la luz como lo muestran los dos documentos aparecidos en prensa y en Televisión española respectivamente:

  • Colegios públicos que abandonan el bilingüismo: “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias” ( enlace al artículo )

  • La chapuza del bilingüismo (@ChapuzaLa) twitteó a las 10:59 PM on mié., jun. 16, 2021: Un colegio público desmonta el bilingüismo en directo en TVE.   BRUTAL. ( enlace 1& enlace 2

 



 

    No obstante, y como profesor de idiomas y persona de carácter optimista, aunque no lo parezca, y volviendo a aspectos que han sido esenciales en mi Tesis Doctoral como son la evaluación, la importancia de la motivación instrumental, en muchas ocasiones derivadas de los exámenes..., hay que reconocer una serie de avances en nuestra sociedad en cuanto al aprendizaje de idiomas:

  1. Nuestro profesorado está ahora mejor preparado en este apartado que hace 15 años y no sólo en inglés, sino también en otras lenguas extranjeras como el francés o el alemán.
  2. Gracias a la exigencia de tener el B1 (o inclusive superior) para la obtención de cualquier título universitario o para acceder a determinado puesto de trabajo, el nivel de idiomas entre las nuevas generaciones va aumentando. Eso sí, la Prueba de Selectividad, como ya denunciaba en mi Tesis Doctoral, sigue estando a años luz de un enfoque mínimamente comunicativo. Todo ello quedaría fácilmente solventado, como hemos mencionado, si esta tarea fuera llevada a cabo por las Escuelas de Idiomas Oficiales, en colaboración con el propio profesorado de Secundaria. Es más, el objetivo debiera ser el B2, nivel que un alumno bueno de 1º bachillerato puede fácilmente alcanzar.
  3. Ya sí que tenemos abonado el terreno para empresas mayores en el sentido de que la población ha asumido el aprendizaje de idiomas como una necesidad, ayudando en este sentido la proliferación de Escuelas de Idiomas Oficiales, pero también programas en televisión como el That's English, aunque he de reconocer que no se hace la suficiente propaganda al respecto. De hecho, ya sí que hay familias en las que se empiezan a ver películas o series en versión original, gracias también a la TDT que nos permite dicha opción.  

 

    De hecho, yo tengo bastantes alumnos que han acabado su enseñanza secundaria con el nivel de B2 en inglés (realizando las pruebas para alumnos libres) y el B1 en francés como alumnos oficiales, y que después han seguido hasta llegar al C1 en ambos idiomas e inclusive han comenzado con el alemán u otros idiomas. 

 

ALGO SÍ QUE ESTÁ CAMBIANDO, pero hay que ser realistas, no ilusos.


 

lunes, 5 de julio de 2021

Esta maldita sociedad de la inmediatez

 

Esta maldita cultura de la inmediatez

 


        El proceso de americanización de nuestra sociedad ya comenzó hace años y fue principalmente la televisión el instrumento utilizado para ello, pero ha sido paulatinamente cuando este proceso ha ido impregnando nuestros comportamientos y, especialmente en el ámbito educativo, ha sido la propia Administración paradójicamente la que ha sido su principal precursora. Estamos en la era de la impaciencia donde no educamos nuestros instintos ni nuestro cuerpo, y si deseamos/queremos algo, lo queremos ya. Eso, en mi opinión, es más propio de bebés o niños de temprana edad.


Nadie puede esperar, nadie tiene ni paciencia ni autocontrol. Después de meses de confinamiento y medidas para combatir la pandemia, hace semanas se nos dio algo más de libertad y ¿cómo respondió la sociedad? Con botellones descontrolados, con relajamiento total…. desembocando en la celebración de la noche de San Juan. Mientras la mayoría aceptó que la pandemia todavía está presente y que había que ir con cautela vimos como hubo poblaciones donde todo se desmadró.

 

Pero como el objeto de este blog no tiene pretensiones tan altas y simplemente pretende hacer reflexiones que se producen en el ámbito educativo, me voy a centrar precisamente en ello con una cuestión menor de actualidad y con otra algo mayor y que está desestabilizando nuestros centros de manera brutal.

 

Bueno, en realidad, una cuestión menor no es. Me estoy refiriendo al macrobrote que se ha producido tras una serie de viajes de estudios a Mallorca por parte de centros de diversos puntos de la península. Subscribo totalmente los aspectos fundamentales que se tratan en la desgarradora carta de una profesora indignada (he aquí 2 enlaces a diferentes artículos sobre el tema: La carta de una profesora indignada a los estudiantes del macrobrote: "Os vais a Mallorca en busca del coronavirus" y "A veces pienso que el ser humano está mejor confinado" ), que habla también como Jefa de Estudios y Coordinadora Covid, y que coinciden con lo que líneas más arriba comentaba sobre la celebración de la noche de San Juan.


Y pasamos ahora a la cuestión que más me preocupa por relacionarse con el ámbito educativo y que se deriva de esta sociedad de la inmediatez: el fenómeno del ‘concursillo’. Es indudable que el concursillo, en esencia, tiene unas muy sanas intenciones y pretende el bienestar del docente porque les permite trabajar en un centro que atenúa los efectos del distanciamiento geográfico del domicilio familiar. Ahora bien, la Administración, que es la que vela porque esta empresa pública funcione, no la ha regulado suficientemente y entra en contradicción con toda la serie de planes, proyectos, programas… que quiere que se desarrollen en los centros al haber elevado el nivel de inestabilidad del personal a cotas jamás conocidas. Así, vemos como hay centros en los que todos los cursos son el 70 o el 80 por ciento de los profesores que llegan nuevos. En mi caso particular, en un departamento de 6 miembros, y por diversas circunstancias, se puede decir que estoy solo coincidiendo con 3 compañeros de concursillos, más una profesora sustituta y otro compañero de apoyo COVID. Al menos, el curso pasado dos de ellos ya habían estado en el centro el curso anterior.

 

De este modo, cada comienzo de curso significa partir prácticamente de cero para la mayoría de los integrantes de la plantilla de un centro. Cada centro, cada departamento ha hecho la guerra por su cuenta y ha intentado dar respuesta a tal situación: unos asumiendo más responsabilidades y compromiso, otros han seguido el comportamiento de la avestruz desentendiéndose de los objetivos específicos del departamento o de los generales del centro, y otros simplemente sobreviven a la situación esperado el tan ansiado momento de la jubilación, aunque claro con el permiso de las autoridades pues parece que ahora los ‘baby-boomers’ vamos a ser el problema de que este país se vaya al traste.

 

La sociedad actual, por aquello de la inmediatez, y a pesar de incorporarse al mundo laboral más tarde, parece tener como prioridad tener una super-casa con un super-coche (que suelen ser dos porque ambos cónyuges trabajan) y en una super-ciudad. Bueno, muchos acaban viviendo en las ciudades dormitorio o urbanizaciones cercanas porque este tipo de vivienda es más asequible. Esta americanización de nuestras jóvenes generaciones hacen que se contrapongan enormemente a generaciones anteriores que se trasladaban a su primer destino, alquilaban un pisito y si el destino era medio aceptable, acababa comprando una vivienda de v.p.o. para quizás acabar comprando algo mejor rondando casi los cincuenta. Si el destino no era tan bueno, se seguía concursando y se trasladaba uno a una población con mayores posibilidades, para pasados los 40 tal vez alcanzar el ansiado deseo de entrar en el ansiado destino. La mayoría se quedaban por el camino y así tenemos familias que se asentaron en otras poblaciones sin problemas renunciando definitivamente a ese gran sueño porque la realidad era bien otra.

 

Otro motivo para participar en el ‘concursillo’ es la mejora en las condiciones laborales o bien por tener una comisión de servicio o bien, aquí viene la última, por huir de una circunstancia específica, como puede ser por ejemplo el bilingüismo. Sí, ahora que empieza a destaparse la verdad sobre todo este plan (sirvan de ejemplo este programa de la televisión española: La chapuza del bilingüismo y este artículo del periódico el país:    “Es un engaño, los niños ni aprenden inglés ni las materias” ). El bilingüismo, el precursor del concursillo porque de nuevo en este país de los atajos éste fue el penúltimo para no pisar los destinos asignados. Dejo para el futuro un análisis más detallado de este plan para no desviarme más del tema. En efecto, una vez alcanzado el ansiado destino, aunque fuera a costa de concursar a una plaza bilingüe, y con unos conocimientos de la lengua extranjera mejorables y dándonos cuenta de que no hay una repercusión positiva ni en la propia lengua extranjera ni en la materia propia, y habiendo sido arrinconados a los niveles de la ESO, son muchos los compañeros que empiezan a concursar a la plaza no bilingüe del propio centro o del centro de al lado. Por supuesto, si no se nos concede, que es lo más lógico, participamos en el concursillo escapando del infierno bilingüe. 

 

Para poner punto final a esta reflexión, aunque podría extenderme horas y horas, yo me pregunto: ¿puede permitirse el lujo una empresa (en este caso pública) de seguir provocando el deterioro de nuestro sistema educativo? ¿puede afrontar una empresa cualquier reto con una plantilla cansada, no estable y poco comprometida? ¿no son estos años y esfuerzos que se debieran emplear en completar la formación del docente y dedicar más tiempo a la preparación de sus clases y corrección de tareas? Son muchas las cuestiones, pero creo que son suficientes. Son ya ocho las leyes educativas y a lo mejor parte del fracaso se debe a esto, pero claro hay que recordar que la empresa la dirigen la clase política o técnicos que llevan alejados de la tiza décadas. La Administración quiere que los docentes nos formemos, estudiemos idiomas, nos digitalicemos… y que tengamos niños para pagar las pensiones de futuras generaciones. Es imposible con la configuración que las plantillas de los centros están tomando. Y una vez que hayamos creado nuestro Quasimodo, será imposible volver atrás. La calidad del producto (nuestros alumnos) seguirá siendo mala, el nivel de exigencia será mayor y los profesionales de la tiza acabarán hastiados. Siento ser tan pesimista, pero es que tiemblo al pensar cómo quedará mi Centro o mi Departamento el curso que viene. ¡¡¡Lo mismo tengo suerte y repiten algunos compañeros!!!

 

Os invito, pues, en los comentarios a expresar vuestras opiniones sobre el tema, a favor y en contra, porque así tendremos una visión más completa, siempre intentando ser constructivo y enriquecedor. ¡¡Muchas gracias a tod@s, feliz verano y mucha salud!!